Al momento de la detención del sospechoso de matar a Máximo Jerez, un chico de 11 años baleado en el pecho, un grupo de vecinos se congregó frente a la casa y comenzó a arrojar piedras, con el argumento de que se trataba de un búnker. Desde adentro respondieron con botellazos y la situación se desbordó.
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